Es necesario un constante análisis sobre los errores al enfrentar los mecanismos de dominación con los que convivimos. Las
vidas están tan entrelazadas con el sistema económico depredador y con
los instrumentos de control social, que no hay forma de cuestionar esta
estructura sin cuestionarnos a nosotros mismos.
En
actos que la prensa calificaría de antisistema es habitual encontrar a
gente que participa activamente en el funcionamiento de la trituradora
social. Por supuesto ahí no encontrarás más policías que los posibles
infiltrados, pero es fácil ver por ejemplo maestros estatales,
periodistas, sindicalistas, y otros mercenarios. Puede que existan
excepciones pero normalmente son elementos reaccionarios. Se debe poner
en evidencia su papel incluso si son rebotados del sistema. Por ejemplo
perros de prensa que hasta hace dos días trabajaban para algún medio de
comunicación del régimen. Esta gente no es de fiar.
Se
suceden manifestaciones que acaban en enfrentamientos con la policía. Es
precioso ver a los antidisturbios bajo una lluvia de piedras y no hay
que descartar por completo estas luchas, pero hay que plantear una
estrategia. Pensemos si es eficaz pegarse con la cara visible de este
tinglado. Ir siempre contra unos fulanos armados hasta los dientes a los
que pagan para eso.
Si quieres cargarte una máquina lo mejor es
saber como funciona. Por mucho que le des golpes no conseguirás pararla.
Hay que saber donde están los cables que hay que cortar.
Si nos
fijamos en los centros de poder del régimen veremos que ahí no hay gente
armada. Lo que muchas veces encontraremos son chupatintas enclenques.
Estos son los que cumplen las funciones importantes dentro de la
maquinaria. Dejemos que los perros jueguen con sus pelotitas y echemos
un vistazo a las instituciones que tenemos al lado de casa.
Hubo
un momento en la historia en el que dos imperios luchaban por el
control de la península ibérica. Sus habitantes podían haber dejado que
Roma y Cartago se partieran la cara sin meterse, y después luchar unidos
contra los restos de los ejércitos invasores. Cometieron el error de
involucrarse y ayudar a los romanos con los que más tarde tendrían que
luchar por su libertad. Aprendamos esta lección.
Un
enorme porcentaje de la población tiene o cree que tiene algún tipo de
beneficio dentro del tinglado que han montado. Mientras quede gasolina
la máquina funcionará perfectamente. Ahora que empieza a faltar ese
combustible los mercenarios se van pegando entre ellos. No hay que
meterse en esas luchas. Lo más que conseguimos es convertirnos en el
chivo expiatorio. Es un error muy grande participar en los ajustes de
cuentas de esa mafia compuesta de izquierdosos que maman o quieren mamar
del estado. Tenemos otras cosas que hacer.
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